jueves, 3 de noviembre de 2016

LA MAGIA DEL PIRINEO.



VARIAS IDEAS PARA PERDERSE EN OTOÑO POR
   EL PIRINEO ARAGONES

El otoño ya está aquí y, aunque aún parezca verano en algunas partes… ¡ya se está dejando notar en bosques, montañas y pueblos del Pirineo!

Así que mi propuesta va dedicada a pasar unos días en el Pirineo Aragonés, mediante varias ideas que se reparten por diferentes enclaves de nuestro Pirineo Central.

ENCONTRAR UNA BUENA CASA RURAL O BORDA PARA PASAR UNOS DÍAS DE ENSUEÑO ENTRE NATURALEZA



Borda Bisaltico en el Valle de Hecho.

Lo primero que tenéis que buscar antes de llegar a vuestro destino es un alojamiento digno de esta escapada. Eso es, zambullíos en internet y comparad las infinitas opciones que hay. Podéis utilizar un buscador de hoteles normal y encontrar también casas rurales entre su oferta, ya que este tipo de alojamiento en el Pirineo Aragonés abunda.
Una opción más que considerable es alojarse en una borda, una casa tradicional en la que originalmente se alojaban los pastores del Pirineo, como la Borda de Pastores de Sabiñánigo, una casa de piedra y madera que ha sido reconvertida en alojamiento rural y que ofrece, a parte del alojamiento, la posibilidad de disfrutar de otras experiencias como aprender cómo viven los pastores o comerse un menú típico pastoril, incluyendo el famoso Ternasco de Aragón a la brasa.

TOMAR CARRETERAS PANORÁMICAS PARA DISFRUTAR DE VALLES Y CAÑONES



La increíble Foz de Viniés.


El coche es imprescindible en esta escapada y si queréis hacer un buen road trip por la zona, no podéis dejar de pasar por algunas de las carreteras más espectaculares y estrechas que cruzan valles y cañones. Si queréis ver el Parque Nacional de Ordesa desde vuestro vehículo, os recomiendo pasar por el Cañón de Añisclo, por la carretera de sentido único que lo atraviesa de este a oeste, por lo tanto, tendréis que llegar hasta Aínsa, y desde allí ir hacia el norte hasta Escalona, para poder tomar la carretera hasta el cañón.
Otra de las carreteras recomendables es la que recorre el Valle de Tena, dividido por el río Gállego de norte a sur. Podéis hacer parada en alguno de los pueblos con mirador a los pantanos que hay en el recorrido, como en Hoz de Jaca. Y si queréis seguir por esta carretera, podéis cruzar la frontera francesa y descansar en alguna de las hondas praderas entre valles que existen antes de llegar a Gabás.

PASEAR POR LAS CALLES EMPREDRADAS DE PUEBLOS RODEADOS DE MONTAÑAS



La villa medieval de Aísa.

Otra carretera que os va a dejar sin aliento es la de la Foz de Biniés, que pasa por el cañón que forma el río Veral.
El pueblo empedrado más famoso del Pirineo Aragonés es Aínsa, un pueblo de origen medieval declarado Conjunto Histórico-Artístico en 1965, donde no podéis dejar de pasar por su plaza porticada o sus tiendas de recuerdos y productos típicos del Pirineo. Otros pueblos típicos del Pirineo son Hecho y Ansó, mucho menos turísticos, pero a la vez más auténticos. Ambos se encuentran en la carretera A-176, que va desde Puente de la Reina de Jaca.
Pero si queréis ver algo totalmente fantasmagórico, tenéis que pasar por la N-260, entre Fiscal y Boltaña, donde podréis ver dos de los núcleos que fueron abandonados a causa de la construcción de un pantano que finalmente no se construyó: Lacort y Jánovas. En el primero podréis dejar el coche y entrar en sus casas, ahora apoderadas de la vegetación que las rodea o en su iglesia, que todavía conserva su campanario…

DESCUBRIR UN MONASTERIO BAJO UNA PEÑA



El vetusto y enigmático monasterio de San Juan de la Peña,
cuna del Reino de Aragón.
Si sois amantes del Patrimonio Románico, visitad el Monasterio de San Juan de la Peña, abandonado después de varios incendios, y resguardado bajo una peña que le sirve de abrigo.
Este monasterio fue testigo del nacimiento del Reino de Aragón y se dice que el Santo Grial pasó por él. Fue fundado por los monjes benedictinos en el S.IX, y aunque el estilo que predomina es el románico -gran muestra de ello es su magnífico claustro-, también encontraréis trazas del mozárabe y el gótico.
Aquí encontraréis además el panteón real en el que fueron enterrados los reyes de Aragón y Navarra. Si queréis ampliar más sobre la historia de este monasterio y de sus habitantes, podéis continuar la visita en el monasterio nuevo, el que construyeron a unos dos kilómetros más arriba, en una llanura, sus habitantes, después de abandonar el viejo. Y si queréis más patrimonio románico, en la Catedral de Jaca, en su museo, podréis encontrar tanto capiteles, como pinturas y tallas de este estilo.


HACER UNA PARADA EN UNA ESTACIÓN DE OTRA ÉPOCA


Espectacular vista de la estación internacional de Canfrán.

Los fans de los transportes, en concreto los ferroviarios, tienen una cita imperdible en la estación de Canfranc, a unos pocos kilómetros de la frontera con Francia. Esta estación, donde aún quedan trenes en circulación procedentes o con destino a Zaragoza, fue en su día una gran estación internacional, dado que era la última estación española antes de pasar a Francia.
Fue inaugurada en 1928, después de una gran obra de ingeniería forestal para trazar el recorrido de las vías entre las montañas que dividen los dos estados, el francés y el español. El edificio de la estación tiene un estilo arquitectónico clasicista francés del siglo XIX, con grandes pabellones que albergaron en su momento un hotel internacional, una oficina de correos y una agencia aduanera. En 1970, después de un descarrilamiento de un tren en uno de los túneles, se interrumpió el servicio internacional.
Desde hace años, los vecinos de los dos lados de la frontera reclaman la reapertura del tráfico de trenes en la frontera, pero ésta está lejos de producirse. Actualmente se hacen algunas visitas al interior, aunque conviene reservar porqué las plazas son limitadas. Aunque no podáis entrar, no podéis dejar escapar la oportunidad de ver algunos de los antiguos vagones de tren que hay detrás de la estación, saltándose la prohibición de pasar. Vale, eso no se hace, pero creo que si no entráis dentro de los vagones, no hay ningún tipo de peligro y que podréis hacer fotos más que interesantes

CAMINAR POR LOS BOSQUES DEL VALLE DE ORDESA Y CONTAR LOS COLORES DEL OTOÑO



Bucólico paisaje otoñal. Río Arazas en el Valle de Ordesa.

La excursión más famosa de este valle es la que va desde la Pradera de Ordesa hasta la Cola de Caballo. Y no es para menos, ya que los colores del paisaje que encontraréis en esta época del año os dejarán sin aliento. El camino empieza en la Pradera, a la que llegaréis desde Torla en coche, o en transporte público durante los meses de verano o Semana Santa. Una vez lleguéis a la Pradera, solamente tenéis que seguir las indicaciones a la Cola de Caballo, la gran cascada. Hay dos maneras de llegar: la primera, por la Senda de los Cazadores, la segunda, siguiendo el curso del río Arazas.
Si se va por la Senda de los Cazadores, hay que tener en cuenta que la primera hora y media es solo de subida y que después el camino va siempre al mismo nivel. Lo recomendable es bajar por el segundo camino, porque dicha senda es peligrosa de bajada.
El segundo camino es para los que estéis menos en forma, ya que la subida es progresiva y casi no la notaréis. Por este camino, encontraréis a unos 3 kilómetros la Cascada del Estrecho, rodeada de un profundo bosque de hayas, donde actualmente podéis encontrar una gran paleta de colores que van desde el verde hasta el marrón, pasando por el amarillo.



Un poco más adelante, en el kilómetro 6 aproximadamente, encontraréis las Gradas de Soaso, una sucesión de cascadas, donde ahora mismo hay mucha agua.
En el último kilómetro, os adentraréis en el gran Circo de Soaso, que culmina en la Cascada de la Cola de Caballo. El camino de ida y vuelta toma unas 6 horas contando las paradas para hacer fotografías y comerse un bocadillo o tupper a la llegada a la Cola.

ZAMPARSE UN BUEN MENÚ MICOLÓGICO



Un paraíso para los amantes de las setas.

Si sois de los que os gustan las setas, pero cuando vais por el bosque no sabéis diferenciar un champiñón o una trompeta amarilla de una seta no comestible, aprovechad que durante esta época del año, varios restaurantes del Pirineo ofrecen menús donde los hongos son la estrella.
Personalmente, nosotros probamos el del Restaurante Cantere de Hecho y quedamos más que satisfechos, a todos los niveles. En su menú encontraréis platos típicos como migas, carnes, pescados o incluso helados en los que las setas son las protagonistas directa o indirectamente.

En resumidas cuentas, el otoño es una de las mejores épocas del año , para hacer una forma diferente de turismo en compañía de la família o con amigos. El resultado final de todo esto es conocer y aprender de nuestro rico patrimonio histórico-cultural y aprovecharnos de las sorprendentes bellezas paisajísticas que nos brinda la madre naturaleza, en concreto en esta parte del Pirineo Central a veces poco conocido.


jueves, 23 de junio de 2016

PATRIMONIO ARQUITECTÓNICO Y CULTURAL EN UNA ZONA AL NORTE DE LA PROVINCIA DE ZARAGOZA.


HISTORIA, ARTE Y TURISMO CULTURAL 

EN UNA COMARCA FANTÁSTICA : LAS CINCO VILLAS.



El apellido “histórico” que se aplica a muchos lugares y pueblos no siempre responde a la realidad. No es el caso de los que hay en la comarca de las Cinco Villas (Zaragoza), donde el pasado puede leerse en cada piedra, pavimento y pieza de mobiliario. Hoteles situados entre épicos paisajes y localidades donde se forjaron parte de los orígenes de nuestro país.


Si la Reconquista debió ser una tarea ardua, dura y sangrienta, la de repoblar las nuevas tierras de los reinos cristianos no habría de resultar menos complicada. Por eso los monarcas de aquellos territorios que, con el tiempo, acabarían uniéndose bajo el nombre de España se vieron obligados a otorgar prebendas y privilegios y, de esta forma, lograr que miles de colonos se asentaran en lugares que nada tenían que ver con su historia personal y familiar.

 La comarca de las Cinco Villas (Tauste, Ejea de los Caballeros, Sádaba, Uncastillo y Sos del Rey Católico, junto a otros 26 pueblos, barrios y aldeas) es buen ejemplo de lo que supuso esta colonización, pues tras su paso del islam a la cruz gozó de numerosos privilegios reales (exención de tributos, derechos de peaje, reconocimientos como villas…). 


La riqueza generada por esas prebendas se percibe hoy, sobre todo, en la calidad de la piedra dorada con que fueron construidas buena parte de sus casas e iglesias y por las obras artísticas que aún albergan muchas de esas construcciones.

De entre todas esas poblaciones brilla especialmente Sos, a la que en tiempos de Alfonso XIII se le otorgó el apellido del Rey Católico, como reconocimiento a que fue en ella donde nació Fernando de Aragón. 

La localidad, aupada a una peña desde la que se divisa una impresionante panorámica que abarca desde la Sierra de Leyre y los Pirineos navarros a la inmensidad del valle del río Aragón, alberga notables edificios históricos protegidos. Algunos de ellos han sido reconvertidos en hoteles y alojamientos rurales que han dado un nuevo uso (y vida) a sus piedras.

Ubicada al noreste de Zaragoza, esta comarca está enmarcada en paisajes dominados por sierras, valles, ríos y bosques. En cada uno de los pueblos que se asientan en la zona podemos disfrutar del importante patrimonio arquitectónico romano y medieval: visigodo, románico, gótico, barroco, mudéjar y judío.



Sólo pasear por los cascos antiguos de las más de 30 urbes de la comarca ya es un paseo por la historia, recorriendo calles, plazas y barrios de época medieval.

Destacan en la zona innumerables castillos, fortalezas, iglesias, ermitas, baños, murallas y arquitectura civil. Para ampliar los conocimientos, en la región se pueden visitar más de diez museos y centros de interpretación arquitectónicos y etnográficos.

Cada pueblo de la Comarca tiene su rica historia y su patrimonio, en según que casos “excepcional”, por lo cual necesitaríamos varios artículos o blogue, para poder presentar y explicar tanta maravilla cultural… voy ha intentar dar unas pequeñas pinceladas para que os hagáis una idea general.



Granero de la España romana, la Comarca guarda importantes vestigios históricos: lo romano y lo románico se enseñorean en la zona. 

El rey aragonés Alfonso I el Batallador convoca Cortes en Ejea, se proclama Emperador y concede fueros "por la dignidad de quienes la repoblaron". 
El cereal fue su seña de identidad económica, cuyo rendimientio mmultiplicó la puesta en marcha del Canal.Ejea de los Caballeros, tercera población de la provincia de Zaragoza en número de habitantes, da la bienvenida al viajero con su torre almenada de la iglesia-fortaleza de El Salvador, poblada en primavera de infinitos nidos de ciguëñas, y el paseante descubre palacios renacentistas, las calles de Mediavilla o Herrerías, los barrios del Cuco y la Corona, de ambiente tradicional. Aunque lo suyo es el cereal, tiene como patrona a la Señora de la Oliva. 


A unos kilómetros, en Farasdués, fue bautizado Martincho, el torero inmortalizado por Goya.
En las estribaciones de las Peñas de Santo Domingo, tras el Moncayo, está Luesia, presumiendo de románico en iglesias y ermitas. En Biel el conjunto monumental de su iglesia entusiasma, y en la histórica Luna a los templos hay que añadir tres palacios góticos y renacentistas. El Santuario de Monlora, ofrece desde su altura un excepcional otero para dominar una parte del condado.
No hay que olvidar Castiliscar, conjunto de castillo e iglesia con tallas románicas excepcionales y más que admirable sarcófago antiguo romano. 
Más testimonios romanos en Layana, con el acueducto de los Bañales y los restos de las Termas, o el increíblemente bien conservado mausoleo de los Atilios. 
En Sádaba el viajero admirará por igual su perfecto castillo y sus deliciosas tortas de manteca; en Tauste, la más meridional, tendrá su primer encuentro con el mudéjar, con la torre octogonal de Santa María.


 Uncastillo ha estrenado recientemente un centro de interpretación de todos sus bienes culturales, iglesias y castillo, convertidos en Territorio-Museo dentro de un ambicioso plan europeo de recuperación histórica en el mundo rural.

Espero que este reportaje sirva para despertaros la curiosidad y las ganas de visitar esta Comarca, plagada de historia,arte y leyendas. Leyendas que os subiré próximamente en videos no muy largos como siempre.

"En vivo y al natural las Cinco Villas embrujan".




viernes, 10 de junio de 2016

UN PUEBLO IDEAL PARA COMBATIR EL ESTRES.




Rubielos de Mora:
Uno de los Pueblos más Bonitos
de España.



Que Rubielos de Mora es bonito, lo sabemos hace mucho tiempo, pero ahora luce un par de carteles en la entrada del pueblo para que se entere todo el mundo.
La población de Rubielos de Mora, junto con otros treinta y cinco pueblos de España, de los que seis están en la provincia de Teruel; Albarracín, Calaceite, Cantavieja, Puertomingalvo, Valderrobres y el protagonista de este escrito, Rubielos de Mora, ostentan el calificativo de “Uno de los Pueblos más Bonitos de España”.

Rubielos de Mora es una de las pocas localidades en España, y la única aragonesa, perteneciente a la red de «Ciudades Slow».




EL TURISMO DE LA CALMA
El movimiento italiano Cittá Slow reivindica un turismo sostenible que ponga de relieve las tradiciones más arraigadas a un lugar. En España, sólo seis pueblos han conseguido esta distinción, entre otras cosas por tener menos de 50.000 habitantes, ser amables con los turistas y promover el consumo de ingredientes autóctonos.

¿Qué hace que Rubielos de Mora en Teruel sea tan especial?
Conseguir este título no es fácil, como en todo concurso de belleza hay que pasar varias cribas y muchos son los que se quedan en el camino.

Tener menos de 15.000 habitantes, tener sus calles limpias, contar con patrimonio arquitectónico, el estado de conservación de las fachadas, el cuidado de flores y jardines, los carteles… Son solo algunos de los requisitos que, Rubielos de Mora supera con creces.

Rubielos de Mora es una población perteneciente a la Comarca de Gúdar-Javalambre, en el Sistema Ibérico, a 62 kilómetros de la capital de Teruel.

Por estar situada en una encrucijada geográfica, cultural y económica, se la denomina «Pórtico de Aragón».


El origen moderno de Rubielos de Mora se remonta al siglo XII. En 1248 Jaime I incorporó la población al reino de Valencia. En 1270 pasó definitivamente a pertenecer al reino de Aragón, convirtiéndose en uno de los núcleos turolenses más importantes durante la Baja Edad Media. Pedro IV El Ceremonioso la convirtió en villa en 1366.
Amurallada en la antigüedad, se conservan dos de las torres-puerta que daban acceso a la villa; El Portal del Carmen y el de San Antonio.


El casco histórico de Rubielos de Mora es una suma de edificios civiles y religiosos. Uno de los más bellos es el del ayuntamiento, con un patio interior y lonja, el cual sirve de zaguán a la oficina de turismo y demás dependencias del consistorio que, en conjunto, forma uno de los rincones más admirados de la villa, portada de su folleto turístico. El entramado de sus calles es de origen medieval y por su estado de conservación ya recibió el premio Europa Nostra en 1983. 

En los meses estivales, muchos de los zaguanes de casas, casonas y palacios, permanecen con las puertas entreabiertas, para que los visitantes puedan contemplar los detalles decorativos y, en algunos casos, la amplitud de los mismos. Es esta una peculiaridad de la villa que sorprende al forastero, al igual que las farolas de forja del alumbrado público de intramuros, pues no hay dos iguales, cada farola una historia.


También son admirables varias obras que se encuentran repartidas por la población del escultor rubielano José Gonzalvo Vives; la imagen del rey Pedro IV «El Ceremonioso», en el interior de la lonja del ayuntamiento, el monumento al Toro Embolado, en la plaza del Carmen, el dedicado a laGuardia Civil, a las puertas de la casa cuartel y el Monumento a la Paz, junto a las antiguas escuelas.

En Rubielos de Mora se celebran varias fiestas a lo largo del año, una de las más multitudinarias es el Fin de Semana Medieval, a finales de agosto, en el que el casco histórico de Rubielos de Mora viaja al pasado y se convierte en el decorado perfecto de artesanos, juglares y caballeros templarios, y en el que no falta el toro jubillo.



Rubielos de Mora es punto de sellado del salvoconducto del Camino del Cid y es la puerta de entrada a los anillos del Maestrazgo y de Morella.



No muy lejos de aquí, a unos 40 km, se encuentra Puertomingalvo otra de las poblaciones que puede presumir de ser “Uno de los Pueblos más Bonitos de España”... pero este pueblo es tema para otro artículo...

sábado, 23 de abril de 2016

PASEO TURÍSTICO INOLVIDABLE CARGADO DE HISTORIA Y LEYENDAS.



ALBARRACÍN :


ciudad medieval


teñida de rojo.





¿Estás buscando un lugar que te haga sentir? ¿Qué te parece viajar al pueblo medieval más bonito de España? Albarracín es sin duda el destino perfecto para aquellos que busquen pueblos con encanto y mucha paz. La belleza impregna sus calles que son ideales para pasear y conocer a cada paso un poquito de su historia. Casitas de rojizas fachadas, una impresionante muralla, tres majestuosos castillos, viejos molinos… el escenario perfecto para que los visitantes se hipnoticen con cada uno de sus rincones.
Si te gustan los paseos por el campo, cuelga los tacones y cálzate unas buenas botas de montaña para recorrer las hermosas rutas que te regala este pueblo aragonés. Los apasionados de la naturaleza quedarán encantados con la Sierra de Albarracín y sus bellos parajes. Entre bosques, ríos y montañas rocosas, se abren caminos de cuentos medievales y antiguas leyendas. En los meses soleados, podrás refrescarte bajo su cascada, un auténtico baño de dioses.
Detén el paso del tiempo en tu reloj visitando Albarracín, lugar de inspiración de pintores, que hace viajar por la hechizante estela de épocas pasadas. Sin duda, un lugar donde perderte y encontrarte.




Albarracín, una mirada al pasado
Albarracín es una de esas ciudades que uno tiene que visitar al menos una vez en la vida, una ciudad impresionante y única que hay que descubrir tranquilamente, sin prisas, disfrutando de cada detalle. La ciudad fue declarada Monumento Nacional desde 1961 y hoy en día sigue a la espera de ser declarada Patrimonio mundial de la Humanidad.

La presencia humana en Albarracín (Teruel) data de muy antiguo, de unos 6.000 años a.c Las primeras tribus neolíticas dejaron su huella a 5 kms de la ciudad en las cuevas naturales del Rodeno, donde se pueden ver escenas de caza , figuras humanas y de animales. Estas escenas se encuentran plasmadas en la Cochinilla del Obispo, Prado de los toros del Navazo, y en la Fuente del Cabrerizo que fueron declarados Monumento Nacional en 1929 y Parque Cultural de Albarracín en 1991.

Posteriormente tribus iberas y celtas también se establecieron en la zona y los romanos dejaron su huella más tarde construyendo uno de los acueductos más largos de la península entre Albarracín y la población de Cella. Actualmente, sólo quedan algunos tramos de ese acueducto, pero se conservan algunos gravados romanos en la Catedral de Albarracín.


                
Pero sin duda la huella más profunda la dejó el Imperio Musulmán . En el S. IX un grupo berberisco del Norte de Africa dependiente del califato de Córdoba, los Banu-Racin, se asientan en la zona creando una estructura urbana denominada Santa María de los Banu-Razin, respetando el nombre cristiano que le dieron los visigodos. Durante más de 300 años se convierte en una fortaleza inexpugnable para los cristianos debido a su localización rodeada de impresionantes farallones rocosos y del foso formado por el río Guadalaviar, sólo había una vía de acceso y ésta permanecía sellada por su magnífica muralla.

                         
En 1379 con Pedro IV el Ceremonioso, se incorporará definitivamente al reino de Aragón.


Albarracín, todavía mantiene la magia de esos tiempos, se oculta ante los ojos del visitante y de repente aparece altiva como un espejismo tras un recodo de la carretera. Su aislamiento ha permitido que durante mucho tiempo su arquitectura árabe permanezca intacta. Además a mediados del siglo XX comienza un proceso de restauración del patrimonio arquitectónico que ha convertido a Albarracín en un referente en cuanto a conservación del patrimonio.


La falta de espacio de Albarracín condicionó su arquitectura, y prueba de ello es el trazado sinuoso de sus calles empinadas, irregulares y estrechas, con escalinatas y bonitos pasadizos. Las casas aparecen superpuestas en la falda de la montaña y sus fachadas conforme ganan en altura se aproximan más y más como si quieran llegar a tocarse. Algunas de ellas se sujetan con contrafuertes de madera, desafiando a la gravedad para aprovechar el espacio.

Construcciones en apariencia imposibles como es el caso de la Casa de la Julianeta, que posee una base muy estrecha y conforme va ganando altura va ampliando su superficie con el fin de ganar metros. Llama la atención sus diminutas ventanas que evitan que el frío del invierno y el calor del verano entren en la casa.

Si caminamos hacia la Plaza de la Comunidad podremos ver una de las dos puertas de la muralla que todavía hoy siguen en pie, el Portal del Agua, por aquí se bajaba al río Guadalaviar por la zona sur y todavía conserva su arco y la torre defensiva. La otra puerta es el Portal de La Molina, situada junto a la Casa de la Julianeta.


En el centro de la población se encuentra La Plaza Mayor y el Ayuntamiento, con sus balcones corridos y sus barandillas de forja, desde aquí sale todo el entramado de calles de Albarracín. Cerca se divisa La Catedral de San Salvador con su original cúpula formada por azulejos de colores y el Palacio Episcopal. Siguiendo una cuesta empedrada por detrás de La Catedral llegamos hasta el Castillo de Albarracín que se alza en lo alto de una roca .

Muy común en la artesanía de Albarracín es la forja que está presente en las rejas de las ventanas y que antiguamente era un ostento de riqueza . Según la tradición popular estas rejas servían para que las mujeres no escapasen de sus casas. ¡Dura época aquella!

También la forja es protagonista en los aleros de las casas y en las aldabas de las puertas, muchas de ellas en forma de lagarto, dragón o salamandra porque según dicen ahuyentaban los malos espíritus. Otro uso muy común era el de la madera que utilizaban en las celosías de las fachadas, celosías que permitían mirar desde el interior sin ser vistos desde fuera.


Pero sin duda lo que caracteriza a Albarracín es el color rojizo de sus casas debido a la utilización de yeso rojo artesano, autóctono y único de esta zona. Dependiendo de la hora del día las tonalidades de las fachadas van cambiando con las variaciones de luz, tonalidades que van del naranja al rosa. Y si de día es sorprendente visitar el pueblo por la noche lo es mucho más, cuando la luz amarilla de los faroles se refleja sobre las fachadas y las sombras se adueñan de las calles, dándole un aire misterioso y sobrecogedor.

Paseando por Albarracín te encuentras casas que nos recuerdan su pasado noble como El Palacio de los Monterde, con un gran escudo nobiliario y tres lagartos en el picaporte de la puerta. En la cerradura se puede ver la imagen de la Virgen del Pilar, Patrona de Aragón.


Otra de las casas más famosas de Albarracín y que llama la atención por su color es la Casa de Navarro de Arzuriaga, según cuenta la tradición un miembro de los Navarro Azagra conoció en uno de sus viajes de trashumancia a una joven de Andalucía, se enamoró de ella y le pidió matrimonio, pero ella le rechazó porque no quería dejar su ciudad para irse a vivir a Albarracín. El mozo insistió tanto que al final accedió, él estaba dispuesto a que ella no añorara su tierra así es que hizo en el interior de la casa un patio andaluz , la pintó de azul y llenó de rejas las ventanas. ¡Lo que no se haga por amor!


Para tener unas buenas vistas de Albarracín se puede subir por la muralla hasta la Torre del Andador, la atalaya defensiva más antigua de la ciudad y que fue construída antes que la propia muralla. Desde aquí se divisan todos los monumentos de la ciudad , la sierra y el río Guadalaviar.

Otra de las torres defensivas famosas es la Torre de Doña Blanca, sobre la que existe una interesante leyenda . Está situada junto a la Iglesia de Santa María, en el barrio de la judería .

Si después de visitar la ciudad todavía os quedan fuerzas , merece la pena hacer una ruta por la ribera del río , esta ruta nos llevará de un extremo a otro de la ciudad . Después de hacer esta travesía se comprende mejor la situación estratégica de la ciudad y el importante papel del río Guadalaviar , sirviendo de foso natural y convirtiendo a Albarracín en una fortaleza inexpugnable durante muchos años.



Resumen:
Lugar donde hubo asentamientos prehistóricos hace 8.000 años. Posteriormente fue habitada por los celtas, en la Edad del Hierro por una tribu llamada Lobetanos. Colonizada después por los romanos llamandole a la ciudad Lvtum y en tiempos de los visigodos se la conocía como Santa María de Oriente. Tras la invasión árabe fue cuando alcanzó su máximo explendor, siendo crisol de tres culturas diferentes: La judía, la cristiana y la musulmana, dejando todas ellas, innumerables legados para la posteridad como por ejemplo, su rica historia, su peculiar arquitectura, sus trabajos artesanos de forja y madera torneada, sus costumbres, tradiciones y gastronomía.


Es mas que evidente que con toda esta exposición, no podéis dejar de visitar, esta magnífica e inmemorial Ciudad de Albarracín. Al natural y en directo, comprobareis, tan imponente maravilla universal.






martes, 26 de enero de 2016

LA MAGIA DEL VALLE DE ECHO.

EL VALLE DE ECHO: EN LOS ORÍGENES DEL REINO DE ARAGÓN.

Desde este trabajo pretendo difundir la historia, el arte, la cultura y la naturaleza de la villa y del valle de Echo, uno de los enclaves pirenaicos de Aragón, más hermosos y poco conocido. Su pasado, presente y futuro merecen la pena conocerse y compartirse. Con mi admiración , cariño y la mayor modestia.


La carretera que desde Puente La Reina de Jaca nos introduce en el Valle de Echo, sigue de forma inversa el curso del río Aragón Subordán. Apenas 24 kilómetros hasta la Villa de Echo que da nombre al valle, que formalmente comienza tras dejar a la derecha Javierregay.


Embún, Urdués, Echo y Siresa son los núcleos que componen con unos 1300 habitantes en total, el Valle de Echo, que en el siglo IX, llegó sus límites por el este hasta el Valle de Canfranc (Campo de los francos), formaron el pequeño Condado Carolingio de Aragón, que dio lugar a uno de los estados más poderosos de la Edad Media: el Reino de Aragón.

             

Toda la val se encuentra salpicada de vestigios que atestiguan un pasado glorioso y legendario. Los primeros que encontramos en la margen derecha del río son los restos del Convento de Nª Sª del Pilar de los Padres Mercedarios, primero del que dispuso en nuestro país ésta Orden Misionera, construida a finales del siglo XVII por la perseverancia de Martín Climente, hidalgo de Embún , y que fue destruido durante la Guerra de la Independencia.

            

Un poco más adelante, en la misma margen derecha del río, destaca en una ladera, Embún, cuyo sufijo céltico “dunun”, nos sugiere el probable origen celta de su fundación como poblamiento.




A pocos kilómetros, a la derecha, se sitúa el cruce que lleva hasta el valle de Aragüés del Puerto y Jasa. En éste mismo cruce se eleva sobre un pequeño promontorio la ermita de Santa Isabel, a cuyos pies apareció no hace mucho tiempo, durante las obras de ensanche de la carretera, una cueva sepulcral con restos humanos de adultos y niños, de aproximadamente 2.000 años A.C.

       

Dos kilómetros más adelante se encuentra la carretera que da acceso a Urdués, pequeña población que ya es mencionada en el 867 en el Cartulario de Siresa, con iglesia parroquial dedicada a San Martín ( al igual que la de Echo), y ermita dedicada a Santa María de Catarecha. 




Siguiendo la carretera, tras dejar el cruce con Urdués, el valle se abre y con Peña Forca (2390 m) al fondo, y la Sierra de los dos Ríos a nuestra izquierda, nos aproximamos a Echo, cabecera municipal del valle, y a Siresa. 


          

A la entrada de la villa de Echo, el Puente de La Torre, de factura medieval pero de probable origen romano, destaca sobre el río Aragón Subordán, que recientemente ha sido calificado como el mejor conservado medioambientalmente de todo Aragón, lo que parece verse justificado con la presencia , de nuevo, de nutrias en sus orillas.

            
  
Ya en Echo, lo primero que destaca es la arquitectura de sus casas, en especial los tejados y chimeneas. Los tejados, muchos de ellos a cuatro aguas, y grandes pendientes, le dan una forma peculiar a las viviendas, que no se encuentran en ningún otro valle pirenaico. La teja plana, de color rojizo, se producía en una “tellería” que instalada en el valle a principios del pasado siglo, generalizó su uso haciendo abandonar las tradicionales losas. Las chimeneas, troncocónicas, son de gran altura, conservándose varias que destacan por su esbeltez.

               

Otros elementos arquitectónicos a destacar, son la pequeña capilla a modo de peirón dedicada a San Antonio en el cruce que lleva a Ansó, así como el humilladero llamado la Cruz del Cristiano y la sencillamente denominada La Cruz a la salida del pueblo hacia Siresa, que son dos lugares de encuentro para las gentes del lugar, donde se conversa y se ve pasar a los demás.

             

La parroquial de Echo está consagrada a San Martín de Tours, el santo medieval ejemplo de caridad al que se le representa repartiendo su capa con los pobres. El edificio que podemos contemplar, está reconstruido en 1829, ya que el 28 de Agosto de 1809, las tropas napoleónicas que asolaron el valle en busca de los guerrilleros que les hostigaban al mando de D. Mariano Sarasa, natural de Embún, quemaron dos terceras partes de la villa, incluída la iglesia de origen románico.

Entre las pocas casas que se libraron del fuego, podemos contemplar en la calle Mayor, la casa en la que nació Fray Juan Regla, confesor de Carlos I y posteriormente de Felipe II, y que representó a la delegación eclesiástica española en el Concilio de Trento.

Al otro lado del río, junto al cementerio, destaca la ermita de la Virgen de Escagüés o Escabués, que originalmente fue la parroquial de una pequeña aldea medieval del mismo nombre.





En Echo podremos visitar el Museo Etnológico “Casa Mazo”, que además de numerosos elementos que nos recrean cómo era la vida de estos valles en otros tiempos, alberga una magnífica colección de fotografías de Ricardo Compaired.

En el “Pallar de Agustín” y los campos que lo circundan, se pueden contemplar más de cuarenta esculturas modernas, casi todas ellas en piedra, de distintos artistas , que fueron el resultado de un fructífero y famoso Simposium que desde mediados de los años setenta y durante una década, se celebró en Echo, bajo la dirección de Pedro Tramullas.

            

Salimos de Echo, en dirección norte, y a escasos dos kilómetros, nos encontramos con el precioso pueblo de Siresa, en el que destaca fundamentalmente, una de las joyas arquitectónicas más importantes de Aragón: el Monasterio de San Pedro de Siresa.

           

El Monasterio, está íntimamente ligada a la historia de Aragón, ya que fue en el año 833 cuando al mando de Galindo Aznárez I, conde funcionario de la corte carolingia, un gran contingente de soldados y monjes, entraron por el Puerto de Palo y ocuparon el Valle de Hecho, dando origen al Condado de Aragón.

De acuerdo con las costumbres culturales de los carolingios, Galindo I y el abad Zacarías fundaron el monasterio de San Pedro de Siresa, centro religioso, cultural y económico que ordenaría y regiría la vida y economía del valle. En el año 848, el monasterio fue visitado por el obispo mozárabe, posteriormente santificado, Eulogio de Córdoba, quién dio testimonio de que contaba con un centenar de monjes y una de las mejores bibliotecas de la época de libros clásicos y cristianos. 


El monasterio albergó, durante su periplo por tierras oscenses, al Santo Grial legendario antes de ser trasladado a la catedral de Jaca y de allí al monasterio de San Juan de la Peña.

Desde Siresa, podemos seguir viaje hasta la Selva de Oza, atravesando el desfiladero de la Boca del Infierno, en cuyos alrededores ubicó el historiador D. Antonio Ubieto, la derrota del ejército de Carlomagno, episodio conocido como de Roncesvalles.



               

Ya en Oza, el paisaje se convierte en alpino, con enormes masas boscosas de hayas, pinos y abetos, enmarcados por altas cumbres, como el Castillo de Acher, Chipeta, Petrechema, etc... y todo ello salpicado del mayor conjunto de elementos megalíticos de todo Aragón, entre los que además de dólmenes y cromlechs, recientemente se ha descubierto en la llamada Corona de los Muertos, un conjunto de más de 118 círculos megalíticos, que bien podrían ser los restos del mayor habitat neolítico encontrado en toda la cadena pirenaica.

            


           

El camino prosigue hacia el Puerto del Palo, siguiendo el trazado de la calzada romana que desde Zaragoza atravesaba el Pirineo Central hasta el Bearn. De ésta calzada se conservan varios kilómetros que por encima de la Boca del Infierno formaron parte del Camino viejo a Oza y Francia, y que además de construído y atravesado por las legiones romanas, fue camino principal de peregrinación a Santiago durante doscientos años, antes de la construcción del Hospital de Santa Cristina de Somport y de la Catedral de Jaca.

         

Todo nuestro recorrido se encuentra jalonado de innumerables caminos antiguos entre los pueblos, senderos de montaña y pistas, que hacen de la zona el paraíso del senderismo y montañismo.

            

La caza mayor, la pesca, la gastronomía de la zona, la amabilidad y alegría de vivir de las gentes del valle, junto a una magnífica oferta de restauración y alojamientos hace de la visita de éstos valles, uno de los mejores destinos turísticos y culturales que podemos encontrar en todo el Pirineo.






(Artículo publicado por la revista VIAJAR POR ARAGÓN.)