miércoles, 23 de diciembre de 2015

PARAISO PERDIDO EN LOS CONFINES DEL PIRINEO





La magia de Ordesa…



Expectacular vista de Torla
Con la cumbre pirenaica más emblemática como guía, el Monte Perdido, hay que adentrarse en lo más profundo para descubrir sus bellísimas cascadas. A su alrededor, la atracción son los pueblos de piedra de apretado caserío y aires medievales los que despuntan en el relieve montañés.


No hay duda, Ordesa es el valle favorito a la hora de empezar a recorrer el Parque Nacional de Ordesa y Monte Perdido. Desde lejos, su espectacular belleza de roca y bosques se muestra abiertamente con un simple golpe de vista. Pero además, es el de más renombre de los cuatro que lo conforman: éste y Pineta, tallados por los hielos glaciales, y Escuaín y Añisclo, con profundos cañones fluviales.
       

Cañon de Añisclo.
 A las puertas mismas de la montaña y a un paso del cielo, pueblos como Torla, Oto, Viu, Linás, Broto, Fanlo, Nerín y Sercué, entre otros, bordean el parque nacional levantando su sobria arquitectura en las laderas, ya que los escasos terrenos llanos del valle siempre se reservaron para las pequeñas huertas de sustento familiar.
    
Típicas construcciones de piedra en Torla.

Después de haber dejado en ruta el pueblo de Torla, que ejerce de puerta de Ordesa, y la entrada al valle de Bujaruelo, por el que discurre un salvaje río Ara, del que es tributario el Arazas, se alcanza la pradera de Ordesa, punto de partida de esta ruta y donde se localiza el área de aparcamiento.
         

El Tozal del Mayo
La imponencia de los hayedos que cubren densamente las laderas, entre los que asoman abetos, es el prelúdio para lo grande: un extraordinario valle de origen glaciar que corta los Pirineos desde la fronteriza cima del Monte Perdido. Su visible forma en U es la prueba evidente de que una larguísima lengua glaciar descendió hace millones de años desde lo más alto de las montañas que superan los tres mil metros y talló este magnífico valle.
       

Idílico paisaje otoñal. Río Arazas.
Frecuentado por científicos y pirineistas, Ordesa ha acogido en sus relieves desde el siglo XIX importantes expediciones. Hoy, con la misma ilusión por descubrir lo más recóndito de este valle, senderistas y montañeros se calzan las botas para, en unas tres horas, caminar hasta el circo de Soaso. Como acompañantes, la belleza de los hayedos que se atraviesan y la infinidad de magníficas cascadas que, como escalones, tallaron los hielos, y por los que ahora el Arazas se deleita con filigranas de agua.
        

Cascada Cola de Caballo y al fondo Las Tres Sorores.

El esfuerzo tiene su recompensa final en el impresionante anfiteatro de piedra donde el hielo del glaciar se acumulaba. Hoy es un magnífico paraje natural en cuyas praderas brotan las flores de montaña a comienzos del verano. Sobre él asoma la cumbre del Monte Perdido, de cuyos hielos perpetuos se desprende la hermosa cascada de la Cola de Caballo repartiéndose en mil hilos de plata en lo más recóndito del circo de Soaso.

Río Arázas. Cascada de las Gradas de Soaso.
Los más montañeros emprenden la subida a Soaso, o bien el retorno hasta la pradera de Ordesa por la faja de Pelay. Se trata de un sendero prendido en lo más alto del valle que promete vistas vertiginosas del mismo; así como el encuentro con alguno de sus moradores más montaraces, como el rebeco.
         

Vista desde La Faja de Pelay.

De vuelta al valle del Ara, Torla pasa por ser uno de los pueblos más llamativos de los Pirineos. Recortado contra la peña Mondaruego, ha sabido conservar la esencia arquitectónica de sus grandes casas con puertas blasonadas y culminadas por tejados de pizarra sobre los que yerguen chimeneas troncocónicas rematadas por el característico espantabrujas del alto Aragón y guiños artísticos como algunas ventanas góticas. Detalles de raíces medievales que definen el apretado trazado urbano, alrededor de una sobria iglesia con aires de fortificación asomada sobre el río Ara.
           
Calles con sabor medieval en Broto.
 En el valle de Broto, al pie del barranco de Sorrosal, el pueblo de Linás de Broto luce una hermosa hechura arquitectónica ya en la distancia, rodeado de prados ganaderos en uso. Las mismas trazas de casas recias, torres de iglesias que parecen fortalezas y tejados de gran pendiente se mantienen en Viu de Linás, mientras en algunos, como Fragén, todavía hay plazas empedradas.

La capital del valle la ostenta Broto, que entre su amalgama de casas tradicionales y modernas destaca su iglesia gótica de bonita portada románica. A su vez conserva la Casa del Valle, una torre defensiva donde se guardaban los documentos reguladores del ancestral aprovechamiento ganadero del valle y los acuerdos establecidos con el vecino valle francés de Barèges.

Arte mozárabe por doquier en todo el vqlle.
Frente al pueblo en una colina se distingue Oto, que atrae no solo por su ubicación privilegiada sino por sus viviendas señoriales, su torre defensiva y su iglesia mozárabe o por el singular calvario situado en la entrada norte, en el que se contemplan peculiares tallas de piedra de cabezas humanas y símbolos fálicos.

Asín de Broto también conserva una singularidad arquitectónica, la de su exconjuradera, una pequeña capilla empleada para ahuyentar las temibles tormentas de estas montañas que fueron fuente de leyendas y creencias mágicas y que, sin embargo, hoy son uno de los parajes naturales más sobresalientes de toda una cordillera. 


         
Exconjuradero de Asín.
Y para terminar este recorrido mágico y paradisíaco que mejor forma que hacerlo con una leyenda... pués hay va...

Leyenda de las Tres Serols
Las Tres Sorores o Treserols, lo componen los Picos de Monte Perdido (3.355 m), Cilindro de Marboré(3.328 m), y Añisclo (3.263 m) llamado también, este último, Soum de Ramond.
           

LAS TRES SORORES.

Vivimos en una tierra de leyendas, de echo si existe una comarca donde abundan las leyendas esta es el Sobrarbe. Estas montañas y valles son escenarios de historias y leyendas desde hace mucho tiempo. Existen varias versiones fantásticas sobre el macizo de las Tres Sorores. Aquí teneis una de ellas:

El significado del nombre de Tres Serols (tres hermanas en fabla aragonesa) se debe a lo siguiente:

   Cuenta una leyenda que en el siglo V, el caudillo de los visigodos, Eurico, decide con sus huestes realizar una incursión en los pueblos del Pirineo. Al llegar a una aldea, y en medio de la refriega, se da el caso que tres hermanas celtíberas y cristianas, huérfanas de madre, iban a casarse ese mismo día, pero las hermas logran esconderse de los soldados visigodos, mientras que su padre y sus novios son hechos prisioneros.

Cuando una vez retiradas las tropas invasoras regresan a la aldea, no ven más que muerte y destrucción, pero encuentran entre unos arbustos a un jefe visigodo gravemente herido al que ofrecen cuidados y curas bajo la promesa de que liberará a sus familiares y novios.

Cuando el visigodo está ya curado lo llevan a su campamento, donde en un principio las hermanas son recibidas cordialmente pero, transcurridos los días y recordando al soldado su compromiso, éste les dice que sus novios, previa renuncia de fe, se han casado con tres godas y que ahora están en una misión que les ha encomendado el propio Eurico. Las jóvenes se quedan consternadas-

Pasa el tiempo, y mermado el dolor cuando una de las hermanas acuerda casarse con el visigodo que salvaron y las otras con sendos guerreros. Para ello tienen que renunciar previamente a la fe cristiana, cosa que hacen.

En la noche de bodas, de repente, y en medio de un terrorífico resplandor, a cada una de ellas se les aparece el espectro de su propio padre recriminándoles su conducta, y las tres hermanas huyen despavoridas del campamento visigodo.

Invadidas por la culpa, y los remordimientos, deciden instalarse de penitentes en tres barracas a espaldas del Monte Perdido.
Los tres prisioneros que fueron sus novios, en represalia por su abandono, al final son ahorcados, mientras que al mismo tiempo una terrible avalancha de nieve sepulta las chozas de las tres desdichadas hermanas con ellas dentro, y un espantoso terremoto levanta, sobre ese lugar que ocupan, tres imponentes montes: las Tres Sorores, como recuerdo para todos los que los vieren, de aquella triple apostasía e infidelidad.





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